La nueva actualización del catastro
conllevará, según los expertos, subidas en el Impuesto de Bienes Inmuebles
(IBI) en 2.100 municipios, es decir, más del 25% de los 8.118 en los que
actualmente se organiza España.
El IBI se ha convertido en la columna
vertebral de la financiación local. Más aún desde el inicio de la crisis
cuando, incomprensiblemente y al tiempo que el precio del suelo bajaba, su peso
siguió incrementándose, hasta suponer ya en el año 2012 casi el 50% de los
ingresos de los consistorios. Y el año 2015 no será una excepción.
El ministro de Hacienda, Cristóbal
Montoro, dio el visto bueno hace dos meses -al tiempo que aprobaba los
Presupuestos Generales del año que viene- a la lista de municipios "a los
que resultarán de aplicación los coeficientes de actualización de los valores
catastrales". En cristiano, se trata de un inventario de más de 2.500
municipios de toda España que serán objeto de un nuevo examen estatal.
La repercusión, según Fernando Muñoz,
director de Fiscal de BDO Abogados y Asesores Tributarios, es sencilla:
"Implicará un incremento catastral (y, por ende, del IBI) en aquellos
municipios cuya última ponencia de valores haya entrado en vigor con
anterioridad a 2006". Es decir, la situación se cumple para 2.100 de los
2.500 municipios.
El análisis es compartido por José
María Mollinedo, secretario general de Gestha, el sindicato más representativo
del Cuerpo Técnico de Hacienda, quien recuerda que "hay municipios que
llevan sin actualizarse más de diez años,". Este es el caso de Carral,
Melide (A Coruña), Muleda (Albacete), Solosancho (Ávila), Pegalajar (Jaén), por
señalar algunos de entre más de un centenar.
Hacienda se desmarca
El Ministerio de Hacienda se desmarca
del efecto de esta cifras y calcula que el nuevo examen, lejos de suponer
subidas, representará de media un descenso del 1,5% en el IBI.
En este sentido, fuentes del
departamento que dirige Cristóbal Montoro quitan importancia a los exámenes que
resulten al alza y recuerdan que "para los municipios con valores ya
revisados entre 2006 y 2009 tendrá un efecto a la baja". En todo caso,
insisten en que "la actualización de los valores catastrales no se ajusta
de oficio por el Estado, sino que se aplica a los municipios que
voluntariamente lo hayan solicitado".
Otra de las cuestiones sería analizar
qué hay detrás de esta petición por parte de los Ayuntamientos. En este
sentido, muchos consistorios reconocen abiertamente que el IBI es prácticamente
la única manera que tienen de demostrar al Estado un plan de viabilidad, un
esquema que debe recibir el visto bueno de Hacienda si los Ayuntamientos quieren
entrar en mecanismos de financiación como el plan de proveedores. Un plan, por
otro lado, imprescindible para algunos consistorios, más en año electoral.
Para Luis Corral, consejero delegado
de la consultora inmobiliaria Foro Consultores, "este tributo ha dejado de
respetar su origen: ya no grava fielmente el enriquecimiento del patrimonio y
si no, ¿cómo es que ha bajado durante todo este tiempo cuando el precio del
suelo y de los pisos ha descendido en un 50%?".
Lo cierto es que en el año 2007,
cuando la crisis no había mostrado aún su cara más amarga, los Ayuntamientos
recaudaron vía impuestos 23.976 millones de euros, de los que 8.048 millones de
euros correspondieron al IBI, es decir, un 33,56% del total del pastel tributario.
El porcentaje subió año a año hasta 2012, según los últimos datos facilitados
por Hacienda, hasta que el gravamen por la propiedad inmobiliara supuso un
46,83%.
Muchas diferencias
Además, la presión fiscal difiere, y
mucho, dependiendo de la parte de España donde el contribuyente tenga ubicada
su propiedad. Según el ranking que elabora la agencia tributaria de Madrid,
esta desigualdad puede llegar al 85 por ciento si comparamos, por ejemplo, el
IBI de Pamplona, la ciudad con el tributo más barato, y Lérida, la provincia
que lo cobra más caro.
La agencia, en este punto, también señala
como parte relevante de análisis: el esfuerzo fiscal relativo, es decir, el
porcentaje de impuestos que cada Ayuntamiento cobra con respecto al máximo que
la Ley -el Estado- permite cobrar. Así, por ejemplo, si la actual horquilla
para inmuebles urbanos es de entre 0,4 y 1%, Bilbao exigiría respeto al máximo
un 22,85 por ciento, Segovia un 78,75 y Almería llegaría al 100.
Por su parte, las organizaciones de
consumidores siguen de cerca el proceso. David Hurtado, responsable de prensa
de la Confederación de Consumidores y Usuarios (Cecu) subraya "su rechazo
frontal a una iniciativa que tiene como única finalidad el afán recaudatorio,
incrementando de forma indiscriminada un IBI que ya ha sido aumentado considerablemente
por muchos Ayuntamientos en los últimos años".
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